Las instalaciones de agua caliente sanitaria (ACS) se componen de una serie de elementos encargados de calentar el agua, almacenarlo a la temperatura de uso con las mínimas pérdidas de calor posible (en los sistemas de acumulación) y distribuirlo hasta los puntos de consumo eficazmente, es decir rápido y con los menores gastos energéticos posibles.
Existen diferentes opciones, más o menos respetuosas con el medio ambiente y más o menos económicas.
Principalmente existen tres tipos fundamentales de sistemas de ACS:
Calientan el agua en el mismo momento que es demandada
Un acumulador de agua almacena el agua que se calienta mediante una caldera exterior para tener en cualquier momento suficiente cantidad para los usos previstos en la instalación.
Combinan los dos sistemas anteriores: acumulan cierta cantidad de agua caliente en un depósito de menor capacidad, pero también tienen cierta producción instantánea.